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2021, 1ERO ES DIOS: VARA DE ALMENDRO

Foto del escritor: mednut.onlinemednut.online

El árbol de almendro es muy estimado a nivel mundial, tal vez sea porque de él procede la almendra, un fruto que destaca no sólo por su suave y dulce sabor, sino también por sus propiedades medicinales y su importante valor nutricional. Este árbol pertenece a la familia de las rosáceas, posee raíces profundas, su tronco de madera dura puede llegar a alcanzar hasta 10 metros de altura sujetando bellas y abundantes flores de tonos blancos o rosados y hojas lanceoladas.

Posiblemente, el almendro es originario de las zonas cálidas de Asia y fue introducido a la Región Mediterránea por los fenicios, desde allí fue expandido por los romanos. En la actualidad, se cultiva en todo el mundo, aunque Estados Unidos y España repuntan como los mayores productores del fruto que de él se obtiene.

El almendro y su fruto van mucho más allá de ser un nutritivo alimento o un valioso recurso nutricional. La creación tiene mucho que enseñarnos acerca del carácter de Dios, sobre todo si desarrollamos la capacidad de ser sensibles a Su voz y a Sus detalles.

La Biblia menciona en pocas ocasiones al almendro o la almendra, pero cuando lo hace se destaca su valor, su belleza y su temperamento. En hebreo, tanto el árbol del almendro como su fruto reciben el mismo nombre “shaked”, que se traduce como “apresurarse”, “el que despierta” o "vigilante". Curiosamente, los almendros son los primeros árboles en florecer en Israel, lo cual coincide con la festividad judía de Tu B’Shvat o Año Nuevo de los Árboles. Durante el invierno es posibles ver almendros ya floreados y, en primavera, son los primeros árboles en deleitar con su dulce aroma, decorando el paisaje con sus bellas y delicadas flores.

Fue la flor de un árbol de almendro la que inspiró el modelo para hacer las copas que había en los brazos del candelabro del tabernáculo que Jehová le pidió a Moisés elaborar (Éxodo 25:33-34; 37:19-20.). En la Biblia también se considera que la almendra es uno de los mejores frutos de la tierra. Así se deja ver cuando Israel le pidió a sus hijos que llevaran al incognito José “… lo mejor de la tierra…” (Génesis 43:11).

Fue el florecimiento de una vara de almendro lo que sirvió para ratificar el liderazgo y la autoridad que recaía sobre Aarón como sumo sacerdote elegido por Jehová. Se colocaron doce varas, una por cada tribu de Israel, en el tabernáculo de reunión delante del testimonio. A la mañana siguiente, la vara de almendro de Aarón no sólo había reverdecido, sino que también había echado flores, arrojado renuevos y producido almendras. Esta se guardó en el arca del pacto durante un tiempo como advertencia a la nación para que no volviera a murmurar de los representantes nombrados de Jehová (Números 17:1-10).

A través de éste acto Jehová quiso advertir al pueblo que su voluntad debe respetarse y obedecerse. Los escogidos del Señor serán quienes reciban Su aprobación, Su bendición y den frutos abundantes y permanentes, aunque nadie esté de acuerdo y murmuré al respeto. No está de más recordar que el Señor escoge a las personas, más que sus cualidades, por la sumisión de su corazón, el cuál conoce profundamente.

Una vara de almendro fue también ese símbolo que utilizó el Señor para dirigir la visión del profeta Jeremías a la promesa hecha por Jehová. Éste es un relato de las escrituras realmente hermoso, profundo e inspirador.

Antes que te formase en el vientre te conocí, y

antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.

Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.

Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño;

porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.

No temas delante de ellos,

porque contigo estoy para librarte, dice Jehová.

Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca,

y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca.

Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos,

para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar,

para edificar y para plantar.

La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro.

Y me dijo Jehová: Bien has visto;

porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.

Jeremías 1:5-12

Se trata de esa palabra que Jehová dio personalmente a Jeremías, diciéndole que él lo conocía y lo había santificado antes de haberlo formado en el vientre de su madre. Jeremías fue escogido por Dios antes de siquiera nacer y, a pesar de no sentirse capaz de asumir el llamado de Dios por considerarse un niño que aunque, Jehová no aceptó el sentimiento de incapacidad que hubo en Jeremías y le afirmó que él iría y haría todo cuanto le mandare. Le animó asegurándole que su presencia estaría siempre con él, y tocó su boca para poner sus palabras en ella.

El poder de esa palabra que es más cortante que toda espada de dos filos (Hebreos 4:12) sería la que permitiría a Jeremías asumir el llamado de Jehová estando sobre naciones y reinos para arrancar y destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar. El profeta no se sentía capaz, aunque ya Dios lo había capacitado y lo había preparado para su misión, para que hablaste en nombre suyo a una nación que estaba invernado.

Las palabras de Jehová a través del profeta Jeremías serían como esas flores de almendro que aparecen aún en invierno, trayendo color, esperanza de un fruto... Serian esas palabras que despiertan, que llevan luz a donde hay tinieblas. El señor cumple su palabra, Él respalda a sus escogidos y por tanto nuestra única función es obedecer, abrir nuestra boca y no callar el mensaje del Señor, ese que, aunque sea duro de oír, será el que renueve, el que transforme, el que produzca fruto a su tiempo...

Jehová pregunto a Jeremías: ¿Qué ves?... una vara de almendro – Respondió el profeta. A lo que Jehová dijo: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.

De momento la visión de Jeremías se alineó con la de Dios. Ya no se sentía incapaz porque sentía la seguridad de la presencia de Dios librándolo. Sabía que aunque debía llevar su mensaje a lugares donde encontraría mucha oposición todo estaría bien porque Dios estaba de su lado.

¿Qué ves tú?, ¿estás viendo lo mismo que Dios ve? Cuando vemos las cosas como Dios las ve podemos tener la seguridad de su respaldo. Cómo cristianos somos unos Jeremías, escogidos por Dios desde antes de nacer, con la permanente responsabilidad de ser los primeros en alzar la voz cuando algo anda mal, llamando a lo malo, malo y a lo bueno, bueno. Debemos ser los primeros en defender los principios de la palabra de Dios y eso sólo podemos lograrlo cuando le conocemos de verdad, cuando hemos dejado que su palabra penetre hasta lo más profundo de nuestros tuétanos para confrontar nuestra torcida naturaleza. Su palabra debe retoñar en nosotros, dando fruto abundante y permanente.

La palabra del Señor es esa vara de almendro que se apresura a transformar vidas, que está atenta para anunciar la verdad que salva, que lleva luz donde hay tinieblas,.. La enseñanza de la vara de almendro que Jeremías vio es una invitación a no ser cómplices del silencio, es un llamado a anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9), es un llamado a asumir con determinación, valentía, paciencia y amor el llamado que Dios ha hecho a todos sus escogidos, sobre todo en este tiempo tan difícil, peligroso e inestable que estamos viviendo globalmente.

Que cuando Cristo regrese nos halle haciendo aquello para lo cual nos llamó...

Su palabra es fiel y se cumplirá. HOSANNA, JESUCRISTO SR Y REY, EBENEZER


Lic. Dayana Acosta de Rodríguez

Profesora en la Especialidad Educación Comercial, UPEL 2011.

Magister Scientiarum en Tecnología Educativa y Desarrollo Instruccional, UPEL 2018.

Estudios Bíblicos, Ministerio de Adoración Fruto de La Vid. Caracas, Venezuela.


 
 
 

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